EL CENTRO

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Si el pensamiento de Leonardo da Vinci -su interpretación hilozoísta de la naturaleza, es decir, todo

aquello que nos rodea tiene ánima, tiene alma, está animado, hemos dicho todo, hasta las piedras-

hubiera perdurado en el tiempo sin interrupciones de siglos, no hubiéramos llegado a la situación actual.

El Cerro Gallinero es paisaje, es territorio, es herencia, pero sobre todo es naturaleza. Aquí nos vemos dentro del paisaje y al contemplar una obra dentro de él no nos queda más remedio, para nuestro bien, que identificarnos, que mimetizarnos con lo que vemos. Sentimos que nosotros, los observadores y el paisaje, la obra, lo observado, constituimos una misma realidad, y es más, nos atreveríamos a decir que el paisaje también nos contempla.

Las obras del Cerro son con la naturaleza y también van dirigidas hacia la naturaleza, pues ella, con el tiempo las modificará y a la postre las terminará por modelar, y en algún caso, las hará desaparecer, porqué no, como a un ser vivo más. Y como ser vivo, su memoria perdurará más allá de los pixeles.

El que se acostumbra a pasear, a andar, como podemos extraer del término anglosajón

LAND ART

  ANDAR

que al fin y al cabo es a lo que estamos invitados, goza con la lentitud del que aprehende lo que ve. De esta manera lo valoramos, despertamos el respeto por aquello que contemplamos, nos identificamos y sentimos el placer de pertenecer a la Totalidad. Somos parte y Somos Todo.

Los ejes fundamentales del Centro son las intervenciones pensadas específicamente para el Cerro, tanto permanentes como efímeras, el desarrollo con el tiempo de becas de residencia de poesía, música y danza con el propósito de que la experiencia tenga un camino de retorno y al año siguiente sean presentadas en el lugar del que partieron, tanto terminadas como en forma de embrión. Todo esto que ahora empieza irá creciendo con la ayuda de los Amigos del Cerro.

Hoyocasero, a 19 de enero de 2012


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